8/5/13

¿Qué debemos saber sobre el agua envasada?







Las necesidades de agua varían dependiendo de las personas y según la dieta, las condiciones ambientales, el nivel de actividad física y otros factores. El cuerpo pierde agua principalmente a través de los riñones en forma de orina y a través de la piel en forma de sudor. Estas pérdidas varían mucho según la ingesta de líquidos, la dieta, el nivel de actividad, la temperatura y la ropa. 





El balance hídrico se consigue cuando las pérdidas se compensan con la ingesta de alimentos y bebidas y con la producción metabólica de agua. El balance de agua varía a lo largo del día, pero normalmente se regula a un 0,1-0,2% del peso corporal a lo largo de las 24 horas a pesar de la amplia variabilidad de alimentos y líquidos consumidos y de la pérdida de agua. El déficit y el exceso de agua provocan cambios compensatorios en el comportamiento de beber o en el volumen de orina expulsado hasta que el balance de agua se haya restablecido.Las necesidades de agua varían entre personas y según su dieta, las condiciones ambientales, el nivel de actividad y otros factores. Por lo tanto, sólo se pueden establecer ingestas recomendadas por grupos de edad específicos.

Se ha de tener en cuenta que la cantidad de agua que se considera adecuada incluye el agua que proviene del agua de consumo, de las bebidas de todo tipo, y de la humedad de los alimentos, y sólo pueden ser aplicadas a condiciones de temperatura ambiental moderada y niveles moderados de actividad física.

¿Qué cantidad de agua puede perder el cuerpo en un día?
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Un adulto que vive en un clima de temperaturas moderadas pierde unos 2-2,5 litros de agua al día a través de la respiración, el sudor, la orina y otras secreciones del cuerpo. La cantidad total dependerá del sexo, el tamaño corporal, el clima, la vestimenta que lleve, los niveles de actividad y muchos otros factores.

Perdemos agua de manera constante, pero bebemos sólo de manera intermitente, con lo que el contenido de agua del cuerpo varía constantemente.
En un hombre normal con un peso de 80 kg, sentado y en un ambiente cómodo, la pérdida de agua generalmente será de unos 300 ml por hora. En una mujer normal con un peso de unos 65 kg, las pérdidas ocurrirán a una tasa ligeramente inferior de unos 250 ml por hora.

Si aceptamos que un nivel de deshidratación de un 1% del peso corporal es tolerable, esta pérdida podría ocurrir al cabo de sólo unas 2-3 horas. Mientras bebamos cantidades adecuadas a la hora de las comidas, y en los descansos típicos de té o café o cualquier otra bebida, de los que la mayoría gozamos, podemos mantenernos perfectamente hidratados durante el día.

Valores de referencia para la ingesta diaria de agua.
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Rango de edadIngesta diaria recomendada
Bebés
0-6 meses680 ml/día o 100-190 ml/kg/día.
A partir de la leche materna.
6-12 meses0.8-1.0 l/día.
A partir de la leche materna, alimentos y bebidas complementarias.
1-2 años1.1-1.2 l/día.
Niños
2-3 años1.3 l/día.
4-8 años1.6 l/día.
Adolescentes
9-13 años – Niños2.1 l/día.
9-13 años – Niñas1.9 l/día.
14-18 años- Niños2.5 l/día.
14-18 años – Niñas2.0 l/día.
Adultos
19-70 años – Hombres2.5 l/día.
19-70 años – Mujeres2.0 l/día.
Casos especiales
Mujeres embarazadas2.3 l/día.
Mujeres lactantes2.7 l/día.
RecursosDeCocina.comFuente: www.efsa.europa.eu 

Clases de agua envasada que nos ofrece el mercado.

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  • Agua Mineral Natural. Son aguas de origen subterráneo, bacteriológicamente sanas y con una composición constante en minerales y otros componentes que le confieren unas propiedades favorables para la salud.
  • Agua de Manantial. Son aguas potables de origen subterráneo que emergen espontáneamente en la superficie de la tierra o se captan mediante pozos manteniendo las características naturales de pureza que permiten su consumo. A diferencia de las minerales naturales, no han demostrado acción específica en el organismo humano.
  • Agua Preparada. Las aguas preparadas son aquellas que han sido sometidas a los tratamientos fisicoquímicos necesarios para que cumplan los mismos requisitos sanitarios que se exige a las aguas potables de consumo público. Se incluyen en esta categoría las aguas potables preparadas, susceptibles de embotellado, y las aguas de abastecimiento público, que no son embotelladas en ningún caso.

Clasificación de las aguas.

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Por su residuo seco.
Si cuenta con residuos de sales minerales, cuanto más débil sea dicho residuo más favorable para el organismo. Se clasifican como: 
  • Agua de mineralización muy débil, agua cuyo residuo seco es inferior a 50 mg/l.
  • Agua oligometálica o de mineralización débil, cuando el residuo seco es inferior a 500 mg/l.
    Son las recomendadas para la preparación de alimentos infantiles. 
  • Agua de mineralización media, con un residuo seco entre 500 mg/l y 1500 mg/l.
  • Agua de mineralización fuerte, cuando el residuo seco supera 1500 mg/l.
Por su dureza.
Casi siempre la determina el carbonato cálcico, ello depende de la tierra, ya que al filtrarse el agua por ella lo absorbe. Cuanto más dura, más cal, el mejor agua tiene que ser muy blanda. La mayoría de las zonas con mar tienen el terreno más calcareo, y por tanto aguas más duras, eso se comprueba en los electrodomésticos que utilizan agua, en sus resistencias veremos una capa blanca.
La dureza que también se mide y existen distintas denominaciones:
  • Muy blanda o inferior a 5º F (50 mg/l), la mejor.
  • Blanda, igual o inferior a 10ºF (100 mg/l).
  • Baja dureza, igual o inferior a 15ºF (150 mg/l).
  • Mediana dureza, igual o inferior a 30ºF (300 mg/l).
  • Dura, igual o inferior a 45ºF (450 mg/l).
  • Muy dura, igual o inferior a 80º F (800 mg/l). 
  • Muy elevada dureza, igual o superior a 80ºF (800 mg/l).

Efectos sobre la salud según el tipo de mineralización.

  • Aguas bicarbonatadas, su aporte en bicarbonatos supera los 600 mg/l.
    Ayudan a hacer la digestión y neutralizan la acidez de estómago. Mejoran la actividad de la vesícula y el hígado.
  • Aguas sulfatadas, aportan más de 200 mg/l de sulfatos.
    Tienen un sabor ligeramente amargo, benefician la piel y el aparato digestivo.
  • Aguas cloruradas, tienen más de 200 mg/l de cloruro.
    Los manantiales que tienen este tipo de agua se utilizan frecuentemente para tratamientos de hidroterapia por sus propiedades tranquilizantes y básamicas.
  • Aguas ferruginosas, tienen más de 1mg/l de hierro.
    Se recomiendan para personas con anemia, obesos y reumatismos.
  • Aguas hiposódicas, tienen menos sodio, menos de 20 mg/l.
    Benefician a quienes sufren alteraciones renales, hipertensión o retención de líquidos, a los bebés y personas mayores.
  • Aguas sódicas, tienen más de 200 mg/l sodio.
    No se recomiendan a personas con hipertensión arterial.
  • Aguas cálcicas, más de 150 mg/l de calcio.
    El calcio del agua se absorbe bien por el organismo y contribuye a la mineralización de huesos y dientes. Se recomienda para embarazadas, niños, ancianos y para prevenir la osteoporosis. Hay que tener cuidado con este tipo de agua en personas con propensión a crear cálculos.
  • Aguas magnésicas, con más de 50 mg/l de magnesio.
    Contribuyen a la mineralización de huesos y dientes y pueden resultar ligeramente laxantes. Ayudan a combatir el estrés.
  • Aguas fluoradas, más de 1 mg/l de fluoruros.
    Pueden prevenir la caries dental. En las zonas que se da este agua no es necesario aportar fluor a los niños y jóvenes de forma añadida para una mayor protección dental, es conveniente tenerlo en cuenta.
  • Aguas carbónicas o con gas, más de 250 mg/L de anhídrido carbónico natural o añadido.
    Estimulan el apetito y facilitan la digestión.
  • Aguas de mineralización débil (hasta 500 mg/L de residuo seco) o de mineralización muy débil (hasta 50 mg/L de residuo seco).
    Facilitan la producción volumétrica de orina. Pueden estar indicadas para la preparación de alimentos infantiles y la prevención y deshecho de cálculos renales.
El agua más recomendable es la mineral natural, de muy débil mineralización y de dureza blanda. Si se tiene alguna necesidad adicional de minerales resultará conveniente consultar a algún tipo de especialista que dictamine el tipo de agua que debemos consumir.

El etiquetado.

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El instituto de investigación Agua y Salud (IIAS) nos da las siguientes pautas para aprender a leer correctamente las etiquetas de las botellas de agua mineral natural. 
  1. Lo primero es la denominación bajo la que se comercializa el producto. Esta denominación está doblemente regulada, por la Ley General de Etiquetado y por la legislación específica de las aguas envasadas y, dependiendo de la clase de agua envasada, nos indica si se trata de agua mineral natural, agua manantial o agua potable preparada. 
  2. Después, hay que atender a su composición. Ésta muestra los componentes presentes de forma mayoritaria o aquellos que caracterizan al agua mineral natural, los cuales permanecen estables a lo largo del tiempo. 
  3. En función de cantidad de minerales disueltos en el agua, distinguimos cuatro categorías en función del residuo seco:
    - Agua de mineralización muy débil.
    - Agua oligometálica o de mineralización débil.
    - Agua de mineralización media.
    - Agua de mineralización fuerte. 
  4. Asimismo también se incluye el lugar de procedencia y la fecha de consumo preferente, ya que, aunque no caducan, sí hay razones organolépticas que indican que debe haber una fecha tope.
Enlaces de utilidad.

Conservación del agua envasada.

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El agua mineral natural se conserva intacta desde su origen hasta que llega al consumidor, conservando todas sus propiedades naturales y saludables una vez envasada. Por ello, es recomendable consumir el agua mineral sin hielo, pues éste altera su composición original. 
Una manera ideal de tomarla y poder apreciar su auténtico sabor, es servir las botellas frías pero sin exceso, entre 11 y 14 grados el agua sin gas y entre 6 y 8 grados para el agua con gas. 

Por último, es aconsejable que la botella siempre se abra en nuestra presencia, en el caso de tomarla en un establecimiento y no rellenar los envases con otro tipo de productos diferentes al agua original. Los envases deben permanecer en lugar fresco, seco y oscuro sin exposición directa al sol. Una vez abierto el envase se debe consumir lo más rápido que sea posible. Debemos tomar la precaución de no dejar los envases de agua destapados ya que el agua absorbe toda las impurezas del ambiente.

La cata de agua es similar a la del vino, se compone de las siguientes partes:
  • Visual: Comprobar si es transparente o brillante y ausencia de partículas en suspensión.
  • Olfativa: Cual es su olor, si nos recuerda al cloro, a húmedo, etc.
  • Gustativa: Es suave, aterciopelada, hay sensación de sales disueltas: se nota especialmente cuando tiene sulfatos.
No todas las aguas sirven para cualquier comida. Por regla general un agua ligera va bien con una comida ligera, ensaladas, fruta, etc. A comidas contundentes les van aguas con gas o aguas más fuertes.

Aguas filtradas del grifo.

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Según un informe de la OCU se desaconseja el agua filtrada por ósmosis inversa por ser un proceso muy caro y desperdiciar gran cantidad de agua, deteriorando el Medio Ambiente.

Un estudio con la jarra Brita (con casi un 90% de cota de mercado), que incorpora un filtro con dos tipos diferentes de piedras, una de cáscara  de coco natural hecha particulas de carbón, y otras que trabajan con la ionización del agua.
Según un estudio de la Universidad de Barcelona, concretamente de la doctora Elvia López Tamamtes del departamento de Nutrición y Bromatología de  la Facultad de Farmacia, este tipo de filtros llegan a reducir hasta un 85% los niveles de cloro y plomo, a la vez que los niveles de cobre y aluminio hasta un 90%. 

En cuanto al sabor, según pruebas realizadas, dos de cada tres personas han distinguido perfectamente el agua de la jarra Brita de la del grifo por tener mejor sabor y resultar algo más ligera. Es una buena solución, a mitad de camino entre el agua mineral y la del grifo en zonas que tengan un agua razonablemente buena, en las que la tienen muy mala, es mejor tomarla mineral natural.